La piel de la calva, una zona proclive a las quemaduras

La piel de la calva es una de las zonas más sensibles y expuestas al sol, por lo que requiere de un cuidado especial para evitar las quemaduras y sus consecuencias. En este artículo te explicamos por qué la piel de la calva es tan vulnerable y qué medidas puedes tomar para protegerla.

¿Por qué la piel de la calva se quema con facilidad?

La piel de la calva tiene menos melanina que el resto del cuerpo, el pigmento que le da color y que actúa como un filtro natural contra los rayos ultravioleta (UV). Además, al no tener pelo, la calva no cuenta con otra barrera física que reduzca la incidencia del sol. Esto hace que la piel de la calva absorba más radiación solar y se queme con más rapidez.

Las quemaduras solares en la calva pueden provocar dolor, enrojecimiento, inflamación, ampollas e incluso fiebre. A largo plazo, las quemaduras repetidas pueden causar daños irreversibles en el ADN de las células cutáneas, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel, especialmente el tipo más agresivo: el melanoma.

¿Cómo proteger la piel de la calva del sol?

Para evitar las quemaduras solares en la calva, es fundamental seguir una serie de recomendaciones:

  • Aplica un protector solar con un factor de protección (FPS) alto (al menos 30) cada dos horas o después de sudar o mojarte. Elige un producto resistente al agua y al sudor, que no irrite los ojos y que tenga una textura ligera y no grasa.
  • Usa un sombrero o una gorra que cubra toda la superficie de la calva. Elige un tejido transpirable, de color claro y con una visera amplia que proteja también el rostro, el cuello y las orejas.
  • Evita la exposición directa al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando los rayos UV son más intensos. Busca la sombra de un árbol, una sombrilla o un toldo.
  • Hidrata tu piel a diario con una crema o un gel que contenga ingredientes calmantes y reparadores, como el aloe vera, la caléndula o la manzanilla. Esto ayudará a aliviar el enrojecimiento y a prevenir la descamación.
  • Revisa tu piel periódicamente y acude al dermatólogo si observas algún cambio en el tamaño, la forma, el color o el borde de tus lunares o si aparecen nuevas lesiones.

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