La prevalencia de la dermatitis contacto

La dermatitis de contacto es una reacción inflamatoria de la piel causada por el contacto con sustancias que pueden provocar irritación o alergia. Se trata de una afección muy frecuente que afecta a alrededor del 20% de la población general, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

La dermatitis de contacto puede clasificarse en dos tipos: irritativa y alérgica. La primera se produce cuando la piel entra en contacto con sustancias que dañan su barrera protectora, como detergentes, jabones, disolventes, ácidos o álcalis. La segunda se debe a una respuesta inmunológica exagerada del organismo ante sustancias que normalmente son inocuas, como metales, perfumes, cosméticos, plantas o medicamentos.

Los síntomas de la dermatitis de contacto pueden variar según el tipo, la intensidad y la duración de la exposición al agente causal. En general, se manifiestan como enrojecimiento, hinchazón, picor, vesículas, costras o descamación en la zona afectada. Estos síntomas pueden aparecer de forma inmediata o tardía, y pueden persistir durante días o semanas después de retirar el contacto.

El diagnóstico de la dermatitis de contacto se basa en la historia clínica del paciente, el examen físico de la piel y las pruebas alérgicas, como los parches epicutáneos o las pruebas de provocación. Estas pruebas consisten en aplicar pequeñas cantidades de las sustancias sospechosas sobre la piel y observar si se produce una reacción.

El tratamiento de la dermatitis de contacto tiene como objetivo aliviar los síntomas y evitar el contacto con la sustancia responsable. Para ello, se recomienda lavar la zona afectada con agua fría y jabón neutro, aplicar cremas hidratantes o emolientes para restaurar la barrera cutánea y usar corticoides tópicos o antihistamínicos orales para reducir la inflamación y el picor. En casos más graves, se puede recurrir a corticoides orales o inyectables, inmunosupresores o fototerapia.

La prevención de la dermatitis de contacto es fundamental para evitar las complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para ello, se aconseja identificar y evitar las sustancias que causan la reacción, usar guantes y ropa protectora cuando se manipulen productos químicos o irritantes, elegir cosméticos hipoalergénicos y sin perfumes, seguir una buena higiene y cuidado de la piel y consultar al dermatólogo ante cualquier signo de alergia o irritación.

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